Dos semana en la capital del reino. ¿Cómo fue el resto de la estancia? Respuesta larga y compleja por la cantidad de cosas que han pasado.
Cosas negativas, evidentemente, me han pasado. De ellas, intento aprender de cara al futuro. Al mal tiempo, buena cara, o eso dicen.
Positivas, afortunadamente, han sido la gran mayoría. He aprendido muchas cosas útiles e interesantes para mi trabajo, he hecho buenas amistades que espero duren y de las que siempre he sacado algo positivo, alguna enseñanza o un 'clic' que me ha hecho pensar en nuevas aportaciones o interrogantes para la Tesis. No daré nombres, pero gracias sobre todo a una investigadora, mi estancia en Cagliari ha sido enriquecedora; me ha hecho madurar, reflexionar, darme cuenta de mis errores y de mis puntos fuertes. No puedo sino agradecerte todo.
El tiempo no me ha acompañado durante estos meses. Las famosas playas de Cerdeña las he visto nubladas y con lluvia intermitente, salvo la última semana que el tiempo dio una tregua y pude bañarme en el Poetto. No es la mejor playa, pero es una pasada: arena fina, una playa de 8 km de largo, agua transparente, a buena temperatura. De esas playas que te metes y casi no te cubre.
Al contrario de cuando fui, los últimos días estaba intranquilo. Sin embargo, nada que ver con el viaje, sino con el futuro en Madrid, ganas de volver pero pena por dejar Cerdeña, los archivos, la gente que allí he conocido. Fueron días cargados de sentimientos, último helado en la primera heladería, sentarme en ese banco, pasear por Via Roma, tomarme el último café en mi cafetería favorita, pasear por el puerto, Piazza Matteotti y el bus 9, Castello y sus calles, sushi, siesta, las vistas desde el Bastión, ver esas escaleras, recordar esos primeros momentos... No se puede ser tan sentimental.
No me costó mucho hacer las maletas, cargadas de libros y algún trapo que otro, que a pesar de que sea Cerdeña, no deja de ser Italia. Mi nueva casera (los problemas con la anterior prefiero obviarlos) se portó súper bien y me acercó al aeropuerto y me ayudó con las maletas hasta que las facturé, tarea complicada por el peso y las dimensiones de las mismas. El viaje fue muy bien, la escala en Roma algo aburrida, menos mal que tenía internet en el portátil. El vuelo Roma-Madrid se pasó en un abrir y cerrar de ojos y por fin llegué a Madrid. De nuevo en la capital del reino.
Acostumbrado al calor cagliaritano y a la brisa marina, el calor de Madrid me agobió un poco y tardé un par de días a aclimatarme. El cambio no fue nada brusco a pesar de pasar de una casa entera para mi a mi habitación de toda la vida. Más libros, más ropa, solución: re-decorar la habitación del pueblo.
Los primeros días en Madrid han sido muy movidos, casi no he parado por casa. Y mejor, porque los aviones te llevan de un lado a otro físicamente en pocas horas, pero tu mente va a otro ritmo y hay una parte de mi mente que quiere quedarse allí. Y una buena temporada.
Simplemente sé que habrá cosas que eche de menos durante un tiempo, que serán difíciles de olvidar muchos momentos; pero lo que sobre todo sé, es que hay cosas que han cambiado, que me han aportado y que me hacen sonreír. Y espero que lo sigan haciendo.
*Grazie, davvero, per tutto.