viernes, 29 de abril de 2011

De cómo la madurez llega con la experiencia




      Dos y media de la madrugada. Noche de jueves-viernes.


      Hasta hace no mucho solía ser una noche de juerga nocturna tras una semana de clases, apuntes, biblioteca y cafetería. Noche de conversaciones al calor de una copa de ron y de música variada. Momentos etílicos para el recuerdo. Y la añoranza ocasional.

      La reflexión es fácil. Uno deja de salir los jueves -entiéndase jueves por cualquier otro día que no sea en fin de semana- a medida que pasa el tiempo y se adquieren responsabilidades. Y sin embargo, a pesar de que vayan cayendo las ojas del calendario, eso no significa madurar. Madurar no es cuestión de tiempo, sino de voluntad, de actitud y aptitud, de conocimiento.

      Personalmente creo que la madurez es una virtud, como no podía ser de otro modo. Una virtud que se va labrando poco a poco, acumulando las experiencias vividas -ya dijo el gran Calderón de la Barca que "no hay virtud sin experiencia"- sobre las que se aplican los principios de sabiduría, valor y autocontrol. Éstos nos mantendrán en el buen camino y nos ayudarán a ver las Virtudes Cardinales de las que he hablado anteriormente.

      Echando la vista atrás y analizando fríamente, uno puede ver los progresos que a este respecto han ido sucediendo con el paso del tiempo. La carrera, sin ir más lejos, no es sólo un cúmulo de datos empíricos. Es un aprendizaje "subliminal" de cosas que resultarán prácticas a lo largo de la vida, tales como la organización, la estructuración mental, la forma de redactar, de hablar en público, de valerse por uno mismo -o empezar a hacerlo- de elegir y acatar las consecuencias. Son éstos algunos ejemplos que nacen espotáneamente según redacto estas líneas. También es un síntoma de madurez adquirir una buena capacidad de instrospección y aceptarse tal y como uno es, con sus virtudes y su mediocridad. Pero sobre esto habrá, seguro, una futura entrada no tardando.

      No creo, lógicamente, que servidor haya llegado a la madurez plena, pero sí que haya iniciado un camino de duración indeterminada y recorrido poco claro. Uno de esos viajes iniciáticos de los que se compone nuestro camino.



lunes, 25 de abril de 2011

De la Semana Santa Castellana

      Domingo de Resurrección. Ya estamos de vuelta de una semana intensa. Atrás quedaron los planes, las cañas, los verdejos y los pinchos. Sólo queda para el recuerdo la ingente cantidad de comida que se puede preparar para un cumpleaños multitudinario, una gincana con unos árbitros estupendos, unos bailes que ni la Bordiú, unas cuantas rondas de copas by the face.



      Sin embargo lo que más recordaré de estos días son los buenos momentos pasados junto a gente a la que aprecio y quiero; los detalles de antaño, que me hacen recordar miles de momentos. Por todas esas cosas, aqui os dejo imágenes y música que ilustran estos días.












       

lunes, 18 de abril de 2011

Sobre la Virtud IV




LA FORTALEZA


Por último habla de la Fortaleza del Príncipe. Ribadeneyra la define como “el sello y guarda de todas, y las tiene debajo de su amparo”. Evidentemente no se refiere a fortaleza física, como Hércules, ni a llevar a cabo un acto de fuerza sin mirar las consecuencias; porque eso no serían actos derivados de la virtud y los podríamos atribuir a muchos animales antes que a los hombres. Se refiere a una virtud moral que tiene que evaluar los riesgos, conocerlos y asumirlos para, entre otras cosas, “dar gloria a Dios, a la religión y a su Patria”. La Fortaleza a la que se refiere Maquiavelo, calificada por el jesuita, es “bárbara e inhumana fiereza”.
Sobre este tema, Ribadeneyra dedica un capítulo entero a examinar lo que dice el florentino en sus obras. Lo analiza con un tono irónico y va desgranando muchas de las frases y argumentos que escribe Maquiavelo. Así, mientras el florentino dice que el hecho de que los antiguos realizaran sacrificios a sus dioses y ello los hacía más fuertes, Ribadeneyra responde socarronamente que, de ser cierta esa afirmación “no habría hombres más fuertes y valientes que los carniceros”.
Además, si ver un sacrificio animal te hace fuerte, ver uno de una persona debería hacerte mucho más.
Como en las virtudes anteriores, la verdadera fortaleza está muy ligada a la religión y a la Iglesia Católica porque “nuestra santa religión no solamente no hace cobardes […] sino que su misma doctrina los hace magnánimos y valientes” y en ella ha habido numerosos personajes virtuosos en la Fortaleza, mientras que de falsas religiones hay muy pocos.

En los capítulos siguientes expone casos concretos de caballeros cristianos valerosos que ha “producido la religión cristiana”. Dedica otro de ellos a hablar de cómo desde la educación se puede formar esta virtud –capítulo XXXIX- y cómo se puede obtener fortaleza a través de su petición a Dios a través de las oraciones y los actos piadosos.

sábado, 16 de abril de 2011

Sobre la Virtud III




LA PRUDENCIA


La Prudencia está ampliamente tratada en la obra de Ribadeneyra, especialmente en lo referente al consejo de Príncipes y a las amistades de éste, tema trascendental como se sabe durante el siglo XVII en la Monarquía. Para el jesuita es “la guía y maestra de todas las virtudes morales del Príncipe cristiano […] que es la que rige y da tasa y medida a todas las demás”.
De nuevo vemos que apoya sus argumentos en autores clásicos, Cicerón y Platón entre ellos, y en valores cristianos. Critica de nuevo a Maquiavelo con estas palabras: “esta prudencia debe ser verdadera y no aparente; cristiana y no política; virtud sólida, y no astucia engañosa”, siendo Dios la fuente de toda virtud.
La Prudencia, en cuanto a la actividad política del Príncipe se refiere, pasa por dejarse aconsejar y elegir bien a quienes deben desempeñar tal misión.
El hombre es, por naturaleza, un ser sociable que necesita de la compañía de otras personas. Y Ribadeneyra comenta que la de los Príncipes es mayor en tanto que su labor para con el Estado requiere un gran apoyo y que sólo es propio de Dios no tener la necesidad de consejo.



Girolamo Macchietti



Algunos llaman al consejo del Príncipe alma, razón e inteligencia de la república; para dar a entender que así como el cuerpo sin el alma pierde su ser, así quitando el consejo de la república, queda ella sin vida y sin ser”. Es, además, algo necesario para todos aquellos que ostenten un poder, bien laico, bien religioso como el Sumo Pontífice, porque “más ven muchos ojos que uno”.
Desarrolla también de forma extensa cómo el Príncipe debe saber elegir bien a sus consejeros, tarea harto importante para la gobernación de la Res Pública. Pero manifiesta que sobre los consejos que pueda recibir hay dos cosas fundamentales.
La primera es que siempre será el Príncipe quien toma la decisión final habiendo escuchado a quienes lo rodean y que tiene que ser libre para poder hacerlo. La segunda es que sin la intervención de Dios, por muchos consejos que haya, éstos siempre serán errados.
Dedica los últimos capítulos a comentar otros aspectos que enseña la Prudencia, igualmente importantes para el gobierno de sus Estados, tales como el temor de Dios, el saber discernir tanto las cosas como las personas buenas de las malas, las “propiedades de los hombres y de las naciones que ha de gobernar”, ser previsor, etc.

viernes, 8 de abril de 2011

Sobre el sistema educativo o cómo fomentar a la elite intelectual

      A propósito de mi anterior entrada, me gustaría comentar la propuesta de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.


Escuela de los años de la dictadura


Estado actual de algunas escuelas

















      Entre estas dos imágenes hay diferencias que se aprecian a simple vista y otras que subyacen. Ambas, no obstante, son importantes para el objetivo final: la formación de las futuras generaciones de una nación. El modelo de los años de dictadura se basaba en una escuela ruralizada, en la que había una importante cantidad de niños y chavales de edades varias a cuyo frente se ponía un profesor. Era él quien debía adaptarse al nivel de los diferentes alumnos y su actividad no sólo se centraba en la educación escolar, sino en inculcar valores como el respeto, la higiene o el esfuerzo intelectual. A menudo, tenía que enfrentarse, de maneras siempre desiguales, a padres poco o nada cultos que pensaban que sus hijos estarían mejor ayudando en las múltiples tareas que en el medio rural se requieren a estar aprendiendo más allá de lo elemental. Dejaré a un lado el hecho de la vida en un pueblo, con lo bueno y malo que eso tiene para un "forastero" que tiene que introducirse en una comunidad que no siempre le abre sus brazos.


      A parte de la cotidianeidad, hay que tener en cuenta los materiales con los que aquellos profesionales debían formar unos alumnos que tampoco tenían las cosas fáciles. Clases con pupitres incómodos, de madera vetusta; libros y cuadernos con más letra que dibujos; mapas políticos y físicos; poca luz artificial. ¿qué motivaciones podía tener un maestro -hablo en general, ya sabéis que no me gusta eso de andar poniendo maestros y maestra, noble y nobla y ese tipo de cosas absurdas desde mi punto de vista- ante tal panorama? ¿qué motivaciones podían tener unos alumnos a los que en muchas ocasiones se presionaba para trabajar en vez de estudiar? La respuesta no es fácil, simplemente planteo esos interrogantes. Hoy en día, no obstante, los pupitres son espaciosos, de un color especialmente escogido para relajar la vista; libros con varias metodologías, con vocabulario al margen para que el alumno no se moleste en mirar un diccionario -que por otra parte no saben manejar porque lo buscan por internet y no en la RAE, precisamente-, con dibujos explicativos y esquemas al final de cada tema que, por lo que he podido ver, pocos alumnos los usan; no hay mapas en las aulas porque se hacen con presentaciones Power Point o transparencias; y de haberlos, pertenecen sólo a la Comunidad Autónoma en la que se encuentra el centro, no sea que el alumno se aburme con datos de otras Comunidades. Potentes luces fluorescentes iluminan un aula en la que todos los niños, salvo repetidores, han nacido en el mismo año.


      Los métodos de enseñanza empleados en aquella epoca difieren más que notablemente de los que hoy en día, por desgracia en mi opinión, tenemos en España. Simplemente me centraré en dos aspectos para ilustrar lo que digo. La caligrafía de toda una generación era muy similar gracias al esfuerzo del maestro. Era clara, ni grande ni pequeña, legible y limpia. Hoy, poca importancia se le da. La Historia, la Historia del Arte y la Geografía, Ciencias Sociales en la actualidad, se aprendían de tal forma que muchos de los alumnos de entonces siguen recordando datos aprendidos en su infancia y adolescencia. Hoy, como dije en mi anterior entrada, se aprenden los temas correspondientes a la evaluación, se vomitan en el examen y se olvidan.

      El proyecto que se pretende iniciar en la Comunidad de Madrid es bueno solo en parte. Es cierto que el nivel de la enseñanza ha bajado hasta niveles alarmantes en las últimas décadas y que hay que premiar y fomentar de alguna manera a aquellos que destacan por encima de la media. No obstante, creo que deberían aplicarse otros métodos más objetivos para saber quienes son los verdaderamente capacitados y quienes no, ya que soy de la opinión de que la nota obtenida tras un examen no refleja verdaderamente los conocimientos y puede verse influenciada por factores externos y que no dependen del alumno.