viernes, 14 de enero de 2011

2011

   Ya estamos inmersos en la cotidianeidad de un nuevo año. Y, al contrario de lo que se pudiera esperar, aún no he plasmado por escrito un balance de un año que, como poco, ha sido diferente al resto.

   Académica y laboralmente 2010 ha sido un año notablemente satisfactorio , no obstante algunos puntos amargos. He aprendido mucho de las asignaturas del Máster, algunas de las cuales han sido insuperables por el profesor y la materia en sí; y por descrubrir un mundo nuevo, universo paralelo, complejo, enorme y atrayente. He impartido la que espero sea la primera de muchas ponencias. Y mejor aún, ha sido en un Seminario Internacional en Portugal. En mente varios artículos de variada temática y la satisfacción de la llegada de la primera publicación en una magna obra. Mis primeros trabajos como profesional de la Historia en Simancas (que siempre recordaré con mucho cariño) y en el Palacio Real de Madrid que, con todo lo que hay de por medio, está siendo una grata experiencia que espero continúe. El presente sigue ocupado por el Archivo General de Palacio y por las casi recién estrenadas clases de italiano en el Istituto di Cultura. Para el futuro inmediato, proyecto de Tesis Doctoral que afronto con ilusión y con escepticismo al mismo tiempo.

   Respecto al apartado social, he asistido a la primera boda de una amiga y ha nacido la hija de otra; y es que vamos teniendo una edad en que ese tipo de acontecimientos se tornarán casi cotidianos. Sin embargo, el espíritu de fin de semana no se pierde así como así. Vale, el mío es más sosegado que el de muchos de los que me rodeais, pero lo cortés no quita lo valiente, ¿no? Sigo agradeciendo los buenos ratos que voy acumulando con personas que comparten mi camino desde hace ocho y diez años, así como con todos los que, verano tras verano y puente tras puente, vivimos experiencias en tierras castellanas. Y entre ellos, destacar a un par de vallisoletanas a las que no tengo palabras para describir. Mi opositora y mi barwoman; mi psicoanalista y mi bruja; mis profes y fulanos. Las cunetas también se llenan de gente que no sabe o no quiere compartir mi camino. Saludos a todos ellos.

   También he aprendido muchas cosas de las nuevas personas a las que he conocido y con las que he disfrutado durante todo este año. Mi Maestra de Danza, por demostrarme que la Prudencia no sólo es una virtud, sino un arte en nuestros actos cotidianos y por marcarme un camino que a veces veo borroso. Mi pastorcilla áulica, por las confidencias. Ojitos, por los silencios eternos y las risas con una sola mirada.

   Viajes, investigación, comidas, copas y cachimbas junto a vosotros es lo que espero para este nuevo año. Si, parece poco, pero uno tiene que reservarse algo para sí, ¿no?