lunes, 18 de abril de 2011

Sobre la Virtud IV




LA FORTALEZA


Por último habla de la Fortaleza del Príncipe. Ribadeneyra la define como “el sello y guarda de todas, y las tiene debajo de su amparo”. Evidentemente no se refiere a fortaleza física, como Hércules, ni a llevar a cabo un acto de fuerza sin mirar las consecuencias; porque eso no serían actos derivados de la virtud y los podríamos atribuir a muchos animales antes que a los hombres. Se refiere a una virtud moral que tiene que evaluar los riesgos, conocerlos y asumirlos para, entre otras cosas, “dar gloria a Dios, a la religión y a su Patria”. La Fortaleza a la que se refiere Maquiavelo, calificada por el jesuita, es “bárbara e inhumana fiereza”.
Sobre este tema, Ribadeneyra dedica un capítulo entero a examinar lo que dice el florentino en sus obras. Lo analiza con un tono irónico y va desgranando muchas de las frases y argumentos que escribe Maquiavelo. Así, mientras el florentino dice que el hecho de que los antiguos realizaran sacrificios a sus dioses y ello los hacía más fuertes, Ribadeneyra responde socarronamente que, de ser cierta esa afirmación “no habría hombres más fuertes y valientes que los carniceros”.
Además, si ver un sacrificio animal te hace fuerte, ver uno de una persona debería hacerte mucho más.
Como en las virtudes anteriores, la verdadera fortaleza está muy ligada a la religión y a la Iglesia Católica porque “nuestra santa religión no solamente no hace cobardes […] sino que su misma doctrina los hace magnánimos y valientes” y en ella ha habido numerosos personajes virtuosos en la Fortaleza, mientras que de falsas religiones hay muy pocos.

En los capítulos siguientes expone casos concretos de caballeros cristianos valerosos que ha “producido la religión cristiana”. Dedica otro de ellos a hablar de cómo desde la educación se puede formar esta virtud –capítulo XXXIX- y cómo se puede obtener fortaleza a través de su petición a Dios a través de las oraciones y los actos piadosos.