miércoles, 26 de octubre de 2011

De bichos arbóreos y demás fauna

      He decidido dedicar una entrada a un tipo de personas que abundan hoy día en nuestra sociedad: los trepas. En esta jungla urbana los podemos ver en cualquier lugar de trabajo, remunerado o no, con la misma apariencia de los seres humanos. Porque, efectivamente, no lo son; son una especie a parte.





      "El trepa responde a la figura de un individuo que se aprovecha y utiliza a un tercero para un beneficio propio. El trepismo se da cuando alguien quiere mejorar sus condiciones de trabajo y llegar lo más arriba posible sin importar los medios que utilice para conseguirlo, su objetivo es subir sin importar cómo". Si Maquiavelo levantara la cabeza, seguro que escribía un libro sobre sus características, los medios que emplea en su modo de actuar, las peculiaridades y un largo etcétera.

      No obstante, hay algo que me llama mucho la atención de todo lo que he leído sobre este tipo de fauna y es la personalidad que los caracteriza. Algunos profesionales del estudio de la mente humana los diagnostican como seres de personalidad autopromotora aberrante. Suele ser agradable y dócil pero bajo esta apariencia se esconde una personalidad dependiente, insegura, que no soporta a nadie que le haga sombra o pueda destacar más que él. El trepa es prepotente, carece de empatía, es celoso, desconfiado y necesita sentir que todos le admiren. el Dr. Jeckyll y Mr Hide, sabe moverse entre un organigrama con tensiones y conflictos internos; aunque, lógicamente, para eso hay que ser súmamente inteligente, descubriendo en este punto una subespecie: trepas alpha muy difíciles de descubrir y trepas simples que no disponen de la capacidad suficiente. Son étos últimos los que suelen formar pequeñas comunidades de no más de tres individuos para ir ganando posiciones de una manera conjunta. Y son también los más peligrosos, pues hacen suyo aquello de la unión hace la fuerza. Sin emargo, cuando ya no tengan enemigos comunes, la lucha entre ellos será encarnizada, mostrándose que, en ocasiones, tras un trepa simple se esconde uno alpha que se aprovecha de los límites del otro. O son discretamente utilizados por los alphas para su propio beneficio, convirtiéndose en arietes de personas más inteligentes y astutas que ellos.  




      Basan su hipocresía en querer hacer ver a los demás que son afables, en intentar caer bien; gustan de ser vistos hablando cordialmente con un superior e incluso fomentan irreales relaciones personales entre ambos con tal de demostrar su posición respecto de los otros. ¿Qué logra con todo ello? Subrayar su mediocridad como persona y como profesional.

      ¿Cómo detectarles?


  • No comparte información con el resto de compañeros, y en el caso de hacerlo, se guarda un as o dos en la manga, con la intención de obtener algo del otro en beneficio propio.
  • Nunca reconoce el buen trabajo y el mérito de quien en algún momento le enseñó.
  • Suele atribuirse como propias las ideas y los éxitos de los demás, en cambio los errores nunca son su responsabilidad.
  • Suele jugar al despiste e intentar ganarse la confianza de las personas que quiere dejar fuera de juego, con el fin de ir avanzado posiciones.
  • Le gusta demostrar que sabe trabajar en equipo, pero su verdadera intención es apoyarse y aprovecharse de los demás.
  • Es sigiloso en sus movimientos de escalada, así que no le pierdas mucho de vista, porque seguro que está actuando.

      Ciertamente la primera de la anterior lista es una de sus cualidades, por lo que, además de todo lo dicho, se les puede calificar como falsos. Se suele creer, erróneamente, que hay pocos; pero no, cada vez hay más, más descarados y con la mente más fría.


      Una vez descubiertos, las relaciones con otros compañeros se tornan símplemente en cordiales, quedando relegados. bueno, salvo ineptitudes o intereses creados que proporcionen refugio a esta carroña social. Y parece que no nos damos cuenta de la lacra que suponen para la institución en la que se encuentran; al ser gente encubiertamente mediocre, dañan la imágen de su grupo de trabajo.

      Para concluir, sólo me queda decir, con elegancia:

       Brindo por todos los hijos de puta que han pasado por mi vida

sábado, 1 de octubre de 2011

Otoño

      Tras un verano de playas impresionantes, aguas frías y cristalinas, buena comida en la mesa y, sobre todo, buena compañía, iniciamos el otoño, que se presenta atípico.





Septiembre, Les Très Riches Heures del duque de Berry

Octubre, Les Très Riches Heures del duque de Berry




      Ahora, entrado el nuevo curso, nos asaltan las dudas sobre el futuro de los próximos meses. Hay incertidumbres amorosas de índole diversa, supongo que las más comunes en mi entorno más cercano; hay incertidumbre económica y laboral, como no podía ser menos con la que está cayendo; hay reencuentros prometedores unos, vanales otros; también en lo tocante a las amistades el camino se siempre se ve claro.


      Como ya dijera en la primera entrada de este blog, no quiero recuperar fantasmas del pasado que están, afortunadamente, en una caja guardados a buen recaudo. No obstante hay cosas que siempre vuelven, de manera diferente si queréis, y hacen que recuerde aquello momentos. No quiero repetir entradas al más puro estilo Fotolog, porque lo único que harían sería acercarme más a la linea que no quiero cruzar. Ahora lo que toca es terminar todas las cosas que uno tiene entre manos, que no son ciertamente pocas y salir a disfrutar de una ciudad en ebullición, con un tiempo veraniego-otoñal impresionante, y vaciar mi mente de cosas malas y llenarla de otras alegres.






     

      Y mi favorita d´il prete rosso, simplemente genial: