sábado, 16 de abril de 2011

Sobre la Virtud III




LA PRUDENCIA


La Prudencia está ampliamente tratada en la obra de Ribadeneyra, especialmente en lo referente al consejo de Príncipes y a las amistades de éste, tema trascendental como se sabe durante el siglo XVII en la Monarquía. Para el jesuita es “la guía y maestra de todas las virtudes morales del Príncipe cristiano […] que es la que rige y da tasa y medida a todas las demás”.
De nuevo vemos que apoya sus argumentos en autores clásicos, Cicerón y Platón entre ellos, y en valores cristianos. Critica de nuevo a Maquiavelo con estas palabras: “esta prudencia debe ser verdadera y no aparente; cristiana y no política; virtud sólida, y no astucia engañosa”, siendo Dios la fuente de toda virtud.
La Prudencia, en cuanto a la actividad política del Príncipe se refiere, pasa por dejarse aconsejar y elegir bien a quienes deben desempeñar tal misión.
El hombre es, por naturaleza, un ser sociable que necesita de la compañía de otras personas. Y Ribadeneyra comenta que la de los Príncipes es mayor en tanto que su labor para con el Estado requiere un gran apoyo y que sólo es propio de Dios no tener la necesidad de consejo.



Girolamo Macchietti



Algunos llaman al consejo del Príncipe alma, razón e inteligencia de la república; para dar a entender que así como el cuerpo sin el alma pierde su ser, así quitando el consejo de la república, queda ella sin vida y sin ser”. Es, además, algo necesario para todos aquellos que ostenten un poder, bien laico, bien religioso como el Sumo Pontífice, porque “más ven muchos ojos que uno”.
Desarrolla también de forma extensa cómo el Príncipe debe saber elegir bien a sus consejeros, tarea harto importante para la gobernación de la Res Pública. Pero manifiesta que sobre los consejos que pueda recibir hay dos cosas fundamentales.
La primera es que siempre será el Príncipe quien toma la decisión final habiendo escuchado a quienes lo rodean y que tiene que ser libre para poder hacerlo. La segunda es que sin la intervención de Dios, por muchos consejos que haya, éstos siempre serán errados.
Dedica los últimos capítulos a comentar otros aspectos que enseña la Prudencia, igualmente importantes para el gobierno de sus Estados, tales como el temor de Dios, el saber discernir tanto las cosas como las personas buenas de las malas, las “propiedades de los hombres y de las naciones que ha de gobernar”, ser previsor, etc.