viernes, 17 de octubre de 2014

El don de la oportunidad

Hace muchísimos años, para simbolizar que el tiempo no vuelve, los sabios griegos levantaron una estatua.
Un día, un viajero se detuvo ante ella y se atrevió a intentar conversar.
Cuál fue su sorpresa cuando le preguntó su nombre y ella contestó:
-Me llamo Oportunidad.
-¿Por qué estás de puntillas?
-Para advertir a todos que sólo me detengo un momento.
-¿Por qué hay alas en tus pies?
-Como señal de que paso veloz.
-¿Por qué tu pelo es tan largo por delante, en la frente?
-Para que los hombres me atrapen cuando me encuentran.
-¿Y por qué es calva tu nuca?
-Es una forma de advertir que, si no me atrapan de frente, cuando haya pasado no podrán volver la vista atrás y atraparme.


Esto que leéis más arriba es un bonito cuento para describir lo que en el refranero español se expresa como "la ocasión la pinta calva". 

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Hoy tenía una conversación con algunos de mis compañeros de trabajo y uno de ellos ha preguntado: ¿Y esto de verdad compensa? Ahora, como hace tiempo, me pregunto eso mismo. Si. Hay momentos en los que esto compensa. Compensa la compañía de los compañeros, compensan las risas que compartimos a diario. Sin embargo no me decanto por eso. Tampoco al contrario. Estoy en un punto medio. Sólo queda esperar a que todo aquello que se  ha sembrado de sus frutos, aunque la primavera parece que se retrasa ya desde hace demasiado. Y no, no me sirve que más de dos años después de unas migajas ahora vuelvan a darme unas que, encima, son más pequeñas.